Tropezamos con la misma piedra

¿Por qué te pasa siempre lo mismo?. Nos pasamos la vida entera tratando de ser felices y de eliminar de nuestra vida aquello que nos causa malestar. Aunque siempre ocurre algo que nos lo impide.

Dicen que el ser humano es el único que tropieza dos veces con la misma piedra, pero ¿qué podemos hacer cuando no sabemos siquiera que existe tal piedra? ¿Cómo podemos evitar algo que de lo que desconocemos su existencia?

Situaciones que no nos hacen sentir bien

Quién no se ha encontrado en un bucle viviendo situaciones que le provocan mucho malestar e infelicidad, y por mucho que trata de salir de ellas, no consigue otra cosa que volver a experimentarlos.

Es habitual escuchar cómo personas se quejan de su mala suerte o de determinadas personas o circunstancias en general que se encuentran, muy a su pesar, en su vida una y otra vez sin, aparentemente, buscarlo ni provocarlo.

Me refiero a esos casos en los que conscientemente pensamos que algo nos hace sentir desdichados y que queremos que esté lejos de nuestra vida pero, por circunstancias aparentemente inexplicables, no hacen más que aparecer como si fueran parte de uno mismo.

Ejemplo de esto son las personas que siempre tienen parejas que les faltan el respeto, que tienen hábitos o comportamientos que detestan, que son celosos y celosas,… O cualquier otro perfil que es justamente el que peor les hace sentir.

Causalidad vs casualidad

Ante estas circunstancias, las personas que lo sufren se refugian en su victimismo irresponsable. Con ello me refiero a ese afán de responsabilizar a los demás, al destino, a su mala suerte o cualquier otra circunstancia externa a ellos mismos.

Así, es frecuente escuchar la célebre frase lapidaria “elijo mal a parejas”, pero ¿qué les hace pensar que son los demás los causantes de su constante infortunio cuando todos sabemos que ¡no existe la causalidad sino la casualidad!.

El hecho de que siempre nos ocurran las mismas cosas está indicando que tenemos una cierta implicación en lo que nos sucede. Por todo ello, sería más correcto decir: “elijo muy bien a mis malas parejas”.

La responsabilidad es de uno mismo

Muchas personas prefieren pensar que no es así. Lo cierto es que es más cómodo pensar que no tenemos responsabilidad alguna en nuestra felicidad, ya que así no sentiremos esa lamentable emoción de culpabilidad tan difícil de sobrellevar.

Sin embargo, al quitarnos esa carga también nos despoja de toda posibilidad de hacer algo por remediarlo.

Lo cierto es que, independientemente de lo que pensemos o deseemos la realidad es que…somos responsables de lo que nos ocurre en nuestra vida.

Nuestras creencias nos condicionan

Es verdad que son muchos los factores que influyen en nuestra vida, no estamos sólo expuestos a determinados estímulos sino a gran cantidad de ellos. Pero la gran verdad es que…¡creamos lo que creemos!

De nuevo llegamos a nuestro punto de partida: las creencias. Esas verdades absolutas que hemos ido formando en los primeros años de nuestra vida y que condicionan todos nuestros pensamientos, comportamientos, decisiones, valores,… es decir, todos nuestros procesos mentales y comportamentales.

El protagonista de tu vida eres TÚ

En base a estas afirmaciones te preguntarás, entonces ¿soy yo el causante de todo aquello todo lo que pasa en mi vida? ¿Incluso de lo que me hace sufrir?

Buenas noticias: ¡Eres el Protagonista de Tu Vida!

La respuesta es SI! La cuestión es que no lo sabemos, pero cuando ya conocemos esta responsabilidad, sigue siendo difícil reconocer que es lo que realmente está provocando que ocurran ciertos acontecimientos en nuestra vida.

Todo lo que experimentamos en los primeros años de vida, nos sirve de base para generar nuestras Creencias y, la mayor parte de ellas, las guardamos en nuestro subconsciente para que nos sirvan de base para nuestra vida futura.

Muchas de estas Creencias son muy positivas y nos hacen sentir bien, pero otras muchas son el origen de mucho malestar.

Técnicas para hacer conscientes nuestras creencias

El inconveniente de todo esto es que todo lo que queda almacenado en nuestro subconsciente, en cierta medida, permanece inaccesible a nuestro conocimiento, y por tanto a nuestro control. Por ello, necesitamos de técnicas específicas para conocer qué causa el qué en nuestra vida.